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FT03 - Olveiroa - Fisterra - 30 km

Distancia30 Km.
42.90816,-9.264994

El Camino sale de Olveiroa bordeando una fuente con lavadero. Desde allí, y bordeando los embalses de Olveira y Castelo, llegamos a Logoso. Antes habremos pasado por hermosos parajes fluviales recién habilitados, y por vistas increíbles de los meandros del Xallas a su paso por las tierras dumbriesas. A continuación, arribamos a Hospital de Logoso, cuyo nombre hace referencia, sin duda, a las peregrinaciones que por estas tierras se realizaban. Buscamos la carretera que une esta aldea con Cée (está señalizada) y, desde allí, nos unimos al antiguo Camiño Real, que nos alejará durante varias horas de núcleos habitados. Así, subiremos hasta las ermitas de Nosa Señora das Neves y San Pedro Mártir, ya en territorio ceense, y bajamos hasta el Alto do Cruceiro da Armada, primer lugar desde donde se ve el mar, y desde donde se intuye ya en el horizonte la inconfundible silueta del Cabo Finisterre.                       

Entramos en Cée a la derecha de la fábrica de Brens por Camiños Chans y atravesamos el relleno de la villa.                          

Bordeamos la Praia da Seca (Praia da Concha) para entrar en Corcubión, villa de gran interés artístico y monumental por la belleza de su casco histórico y por la hermosura de la iglesia gótica de San Marcos. Salimos de Corcubión en dirección a la aldea de Vilar, desde donde después de pasar una encrucijada llegamos a San Pedro da Redonda. En Vilar hay también un albergue de propiedad municipal. Subimos hasta A Redonda para bajar de nuevo hasta la ensenada de Estorde, último lugar antes de entrar en el Concello de Fisterra. Subimos por un desvío hacia la derecha en pleno Sardiñeiro y seguimos las flechas hasta iniciar la subida del Monte Seoane. Desde su cumbre, descendemos hasta el mirador de Talón, lugar privilegiado desde donde contemplamos la majestuosidad del Promontorium Nerium y del “tómbolo” fisterrán en toda su plenitud. Unos metros más allá de este mirador, la ruta baja hacia la Praia de Talón por una pista de tierra bien señalizada para desembocar de nuevo en la carretera comarcal.

Caminamos unos pasos en esta vía y vemos un indicador que reza “Corredoira de Don Camilo”, una pequeña cuesta abajo que nos lleva hasta la misma arena de la Praia da Langosteira. Podemos seguir el moderno paseo marítimo entre las hermosas dunas de esta playa, o podemos caminar por la arena de la Langosteira, siguiendo la ruta más tradicional.

El arenal, de unos tres kilómetros, desemboca en San Roque, en el otro extremo de la playa, para subir luego una pequeña pendiente que forma parte del paseo marítimo y llegar al emblemático cruceiro conocido como A Crus de Baixar, ya en el casco urbano. 

Otras opciones para el peregrino

Algunos historiadores apuntan otra opción para entrar en Fisterra, siguiendo la carretera comarcal hasta Escaselas para a continuación coger a la derecha un desvío hacia San Martiño, desde donde se llega a A Charca para entrar en la villa por la zona de A Atalaia, más concretamente por el Camiño de Barcia, antiguo Camino Real. De este modo, se empalma directamente con la Avenida Alcalde Fernández, que nos lleva directamente al Cabo.

Parece demostrado que los antiguos peregrinos medievales tenían como punto final de su camino la Ermida de San Guillermo, en la cima del monte del mismo nombre. Para llegar a este lugar de interés arqueológico, desde el que se goza además de unas espléndidas vistas, es preciso seguir la carretera del Faro (Avenida Alcalde Fernández) y coger uno de los muchos desvíos a la derecha una vez pasada la Iglesia de Nosa Señora das Areas. 

Desde allí, el lugar está bastante bien indicado. Una vez visitado San Guillermo, se puede bajar al Faro por la falda meridional del monte, siguiendo una intricada carretera que baja en picado hacia el Cabo.

Rituales al llegar a Fisterra

El peregrino que llega a Fisterra tiene que hacer una serie de rituales purificadores con el fin de acabar de un modo simbólico el Camiño das Estrelas, que no es otra cosa que empezar una vida nueva después de haberse librado de los pecados y de la carga de lo material.

Lo primero que tiene que hacer el peregrino es realizar el baño ritual en la Praia da Langosteira.

Algunos peregrinos optan por realizarlo en Mar de Fóra, mirando la puesta de sol. En todo caso, el objetivo es limpiarse del polvo del camino antes de entrar en el Cabo sagrado de Finisterre. A continuación debe visitar el Albergue da Fin do Mundo. Allí se acredita su llegada con el documento de la Fisterrana, prueba oficial de que se ha realizado el Camiño. A continuación, hay que hacer lo más importante: caminar hasta el Faro de Fisterra.

Los más piadosos, y aquellos que realizan el Camiño por motivos religiosos cristianos, pueden pasar por la Iglesia de Santa María das Areas (al pie de la carretera que conduce al faro) para adorar al Santísimo Cristo de Fisterra y pasar por la Porta Santa para así ganar la indulgencia. La Porta Santa se encuentra en el muro norte del templo y se abre ocasionalmente sólo durante los Años Jubilares.

Luego, seguimos hasta el Cabo Fisterra. Desde la Revolta de Cabanas, donde se yergue el Cemiterio da Fin do Mundo diseñado por César Portela, oteamos ya el Faro en toda su plenitud. Una vez allí vemos multitud de puestos de recuerdos, y varias zonas de aparcamiento. Un bolardo impide el acceso de los coches a la plaza del Faro. La Praza da República Arxentina, como se conoce el espacio que precede al propio Faro, acoge en uno de sus extremos el legendario mojón que indica “km. 0,00”.

Es el final del Camino, el punto final.

El edificio del Faro está abierto en las mañanas y tardes de verano y en épocas concretas como Navidad o la Semana Santa. En sus estancias suelen exponerse obras de arte y conjuntos de diversa índole (fotografías, cuadros). Bajando hacia la izquierda del Faro, y tras contemplar las hermosas vistas del Cabo Fisterra, alcanzamos el extremo propiamente dicho, la punta de la estrecha lengua de tierra que penetra en el mar. Allí es donde el peregrino cae de rodillas emocionado, para a continuación quemar sus botas y parte de su indumentaria como ritual purificador.

Este acto, de raíces paganas, sirve como símbolo del nacer de una nueva vida. Es tradición quedar contemplando la puesta de sol (si no la más hermosa de Europa, sí la más mítica) hasta que el astro rey se hunde en el océano, esperando quizás ver el famoso rayo verde mientras se lleva a cabo el encendido del Faro. En ese momento, los peregrinos suelen aplaudir espontáneamente, homenajeando así la hermosura del espectáculo que acaban de contemplar. Y es que una puesta de sol desde el Cabo Finisterre es una experiencia inolvidable.

Una vez realizados los rituales, y antes de que el peregrino emprenda su camino de regreso, se recomienda ascender por la falda sur del Monte Facho para descubrir algunas de las vistas más mágicas y conocidas del Cabo Finisterre. Además, es recomendable perderse por las sendas del Promontorium Nerium para descubrir, además de las panorámicas, los misteriosos rincones y las innumerables riquezas arqueológicas de este monte mítico.

Fuentes de Información de esta ruta:

Asociación Cultural “Plataforma Veciñal Fisterra, Único Fin do Camiño”

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